El "Café B
rasilero" estaba en la ciudad vieja; era un lugar acogedor y con olor a amigos. Eduardo
Galeano, reconocido escritor uruguayo, lo visitaba con frecuencia y con gran cariño. Allí escribió muchas de sus letras y habló muchas de sus palabras, tanto con conocidos como con personas pendientes de conocer. En una ocasión lo escuche decir que cada vez que venía de un viaje, iba a tomar un café a modo de ritual. En esa ocasión, el escritor arrivaba a la ciudad de
Montevideo desde no se donde, y fue hacia su habitual ceremonia como un acolito
enceguecido. Al llegar al café, el "B
rasilero" había cerrado. Si la desilusión alguna vez tuvo rostro, esa fue la del escritor. Sin salir de asombro, contó como anécdota que se trastabillo al ver las viejas cortinas de hierro cubrir las ventanas, y medio atolondrado, luego de dar dos o tres pasos desequilibrados, bajó el cordón y casi lo atropella un
auto. Hubiera sido trágico, casi casi como un gran cuento triste.
En parte homenaje y en parte como idea fundacional, yo reabro el "Café Brasilero", en esta esquina que no existe y los invito a pasar a todos, a los personajes que existen y a los que no, a dejar sus anécdotas, cuentos, o lo que quieran decir, colgados de los rincones de esta vieja bitácora, con olor entremezclado a madera y café.
Si quieren entrar solo manden un correo a KATARSIS20032002@GMAIL.COM y les daré de alta para que puedan publicar lo que quieran. La idea es hacer de esta Bitácora-Bar una gran nube de charlas. Tal vez, solo tal vez, lo que se cuente sea algo que a todos nos interese. Quizá tenga respuesta de otros que estén sentados en las mesas, escuchando, o quizá no. Tambíen podría quedar sola, retumbando en algún rincón.
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